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Tras unos cuantos meses de espera, al loro en el ebay americano y alemán,
por fin localicé una interesante Leica que no estaba por las nubes debido, aparentemente, a su mal estado exterior. Se trata de un modelo
IIIb, fabricada en 1939, original (el mercado de Leica está plagado de imitaciones más o menos
conseguidas) y asequible. Siguiendo a mi estimado McKeown's, la Leica IIIb es 'Similar a la IIIa, pero el visor del telémetro y del encuadre están situados uno
junto al otro ... difícil de conseguir en perfectas condiciones'
Sabía que podía confiar en la calidad del producto, pero lo que no esperaba era hasta que punto. Estas cámaras son agradecidas y
permiten un trabajo de restauración de aficionado que da excelentes resultados.
El primer problema que se planteaba era el exterior, las Leicas clásicas están revestidas de un material llamado 'vulcanite' o caucho vulcanizado. Este material, de un tacto característico,
tiene la desventaja de que con el tiempo se degrada y pierde su original flexibilidad, agrietándose sin remedio. Puede observarse como en esta unidad era necesaria la restauración completa del mismo.
Otro de los problemas era la oxidación de la tornillería, lo que resultó en un ejercicio de paciencia para cada tornillo, tanto para retirarlo del cuerpo (en muchos casos tuve que
utilizar una jeringilla para poder lubricar con aflojatornillos) como para dejarlo
de nuevo brillante, trabajando cada cabeza de tornillo con lija. Aparte de eso, una buena capa de suciedad, fácilmente eliminable.
El proceso de desmontaje es sencillo si se conoce la estructura básica de estas máquinas, literalmente envueltas en una caja metálica. Para conocer el interior pueden
consultarse bastantes referencias en la red o echarle un vistazo al recomendable 'Leica camera repair handbook' (Thomas Tomosy, Amherst Media, Inc. 1999. ISBN 0-936262-87-7) del inevitable Thomas Tomosy.
Bajo el selector de velocidades largas, la grasa ha perdido la consistencia, convirtiéndose en una masa pegajosa. Nada que no pueda limpiar un poco de alcohol y
gasolina de mechero.
Por fin llegamos al mecanismo del disparador. El principal problema que se planteaba era que el obturador se quedaba abierto. Observando que las cortinillas no parecen tener ningún problema, se observa que el mecanismo tiene principios de oxidación
en sus elementos. El uso de un minitorno saca a la luz el brillo original de las piezas, permitiendo una adecuada lubricación, además se
revisa el mecanismo de disparo lento, una verdadera pieza de relojería, que no necesita más que una leve limpieza.
La calidad de los metales permite que tras una limpieza profunda luzcan como nuevos. Para resolver el problema del vulcanite, me dirijo a camaraleather.com donde localizo una piel (le prefiero) cortada a medida
para este modelo. Hay para muchísimos tipos de cámara y son rápidos y serios en el envío del material, perfecto.
Un repaso al objetivo, el clásico Elmar F5 retráctil, que aparece limpio por dentro y sucio por fuera, redondea el resultado.
El resultado, viendo el original, es bastante satisfactorio. Y funciona.