Más restauraciones aquí
Creo que cualquier aficionado a la fotografía, digital o clásica (reniego
del horrible palabro 'analógica', me gusta mucho más el francés 'argentique', que recuerda las sales de plata
de los pioneros) no puede dejar de tener un cierto placer al sostener en sus manos una máquina clásica, especialmente si ésta
es de fuelle.
Hoy, cuando usamos máquinas con disparadores electrónicos, simuladores digitales de sensibilidad, lentes con protecciones anti-halo,
enfoques automáticos y toda la parafernalia consumista, impresiona que nuestras fotos, incluso retocadas en equipos domésticos - impensables por su potencia en
laboratorios de finales del siglo pasado - no alcancen la belleza y simplicidad de un retrato de hace ochenta años, realizado con
una de estas máquinas.
Por ello, cuando llega a tus manos una cámara clásica, no dejas de sentir a los que tuvieron la posibilidad de utilizarla nueva y en perfecto
estado. Porque, salvo que tengas una interesante cuenta corriente destinada a estos fines, las cámaras que vas a encontrar en el
mercado de aficionados están... como están.
eBay, que no vende euros
a 80 centimos, aunque todo el mundo se empeñe en aparentarlo, es un buen mercado para intentar la experiencia de conseguir una
cámara en condiciones de aparecer en una colección decente, sin dejarte la cartera en el intento.
El caso es que el verano pasado me dió por localizar algunas cámaras clásicas, con el objetivo de limpiarlas, prepararlas y, si era posible, tirar
algunos negativos con ellas, aunque fuera una sola vez. No
es fácil, pero se aprende rápido.
La primera lección. No compres de lo que no sabes. Tras comprar la primera cámara
por unos pocos y aceptables euros, me fuí a comprar un catálogo, que me costó, por supuesto mucho más caro, el
McKeowns.
(McKeown's Price Guide to Antique and Classic Cameras, MacKeown, EE.UU. 2006. ISBN 0-931838-40-1)
Absolutamente indispensable.
Segunda lección. No te fies ni de tu padre en el eBay. La maravillosa cámara
que adquirí que 'funcionaba perfectamente a pesar de su antigüedad' era una cámara Kodak nº3 Autographic Special, bonita e interesante, pero con un
objetivo-disparador que no correspondía al modelo (eso lo supe posteriormente, al adquirir el catálogo)
y un fuelle que de lejos (para la foto) daba el pego, pero al mirarlo de cerca
era un colador. Imposible intentar hacer una foto con aquello.
En todo caso, era la idea, una base en estado aceptable y un fuelle casi destrozado no eran un mal comienzo. Así que manos a la obra.
Así estaba el fuelle una vez desmontado de la máquina y tras haberle rozado con la uña un par de veces. Un primor. Se
componía, cómo es habitual, de tres capas, una exterior, de piel muy muy fina; una interior de tela y, entre ambas, piezas de cartón fino que
daban cuerpo a los pliegues del mismo.
La primera etapa estaba clara, había que eliminar al máximo las capas casi desechas de piel, manteniendo intactas las capas restantes.
Para documentarme, estuve echándole un vistazo al libro
'Restoring classic & collectible cameras', (Thomas Tomosy, Amherst Media, Inc. 1998. ISBN 0-936262-59-1)
interesante.
Con una cuchilla y bastante cariño, el fuelle iba perdiendo su capa externa,
hasta quedarse totalmente limpio.
Aparte, era necesario adaptar un banco donde desplegar el fuelle, de forma piramidal. Tomando las medidas corté un tablero para conseguir un lugar
donde poder presionar con seguridad. Tras muchas horas de paciencia, el fuelle mostraba su estructura interior, de tela y
cartón, sin mayor daño.
Como ya comenté antes, el objetivo que enviaron con la cámara no era el original ni coincidían las focales, así que tomé
la decisión de orientar el trabajo hacia una cámara más bonita, en lugar de hacia una cámara funcional. Por ello, el forro al que
opté en la reparación del fuelle, no era el original negro, sino una imitación piel granate, de bajo coste y bonito
efecto, utilizada en encuadernación.
Tomadas las medidas, y bien extendido el fuelle sobre el banco de trabajo fabricado para la
ocasión, pegamos la capa externa, usamos cola de carpintero
para la fijación.
Una vez realizado el pegado, hay que plegar el fuelle para conseguir que adopte la
posición original. Para eso están las cartulinas de la capa intermedia, que marcan el pliegue, de todas
formas, es el trabajo más complicado, porque hay que ir haciéndolo vuelta a vuelta y sujetando las anteriores,
que tienden a volver a desplegarse.
El resultado es aparente, y el color rojo es perfectamente aplicable en éstas cámaras, que lo utilizaron de manera habitual
en sus modelos más lujosos.
El grosor del forro usado hace que sea menos flexible que el original de piel, situación asumible dado que no vamos a usar la cámara como tal.